Hay en el mundo una mujer que tiene un amor secreto, tan secreto que ella ni siquiera lo sabe.
Cuando era niña su amor la llamaba en la ventana de su habitación, pero como era un gigante parecía enfurecido y peligroso, y sus padres no la dejaban salir a jugar con él. Desde entonces su corazón lo busca y el corazón de él también la busca, y se ponen tristes si pasan demasiado tiempo sin verse.
Es una relación complicada, porque él ocupa casi las tres cuartas partes de la Tierra y ella apenas un metro sesenta de cuerpo, pero eso sí, muy bonito y voluptuoso. Poco a poco ella fue perdiendo el miedo y el pudor. Le contó sus secretos y él le habló en el oido de la plenitud. Ahora en verano ella se entrega a él completamente desnuda, él la envuelve enamorado y ella, por fin, se siente cántaro no preparado y no sólo holgura. Y en uno de sus últimos baños el gigante, celoso de los hombres hechos a la altura de su placer, la dejó embarazada.
Ahora sus otros amantes pegan el oído en su viente, y si de verdad la quieren, escuchan murmurar una caracola, hija del mar. Y comprenden que sólo él puede amarla a la altura de su libertad y de su amor. Pero no temen, se alegran. Entre otras cosas, esto explica porque dormir en la orilla de esta mujer sabe a infinito.
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