sábado, 28 de noviembre de 2009

LA MUJER Y EL GIGANTE

Hay en el mundo una mujer que tiene un amor secreto, tan secreto que ella ni siquiera lo sabe.

Cuando era niña su amor la llamaba en la ventana de su habitación, pero como era un gigante parecía enfurecido y peligroso, y sus padres no la dejaban salir a jugar con él. Desde entonces su corazón lo busca y el corazón de él también la busca, y se ponen tristes si pasan demasiado tiempo sin verse.

Es una relación complicada, porque él ocupa casi las tres cuartas partes de la Tierra y ella apenas un metro sesenta de cuerpo, pero eso sí, muy bonito y voluptuoso. Poco a poco ella fue perdiendo el miedo y el pudor. Le contó sus secretos y él le habló en el oido de la plenitud. Ahora en verano ella se entrega a él completamente desnuda, él la envuelve enamorado y ella, por fin, se siente cántaro no preparado y no sólo holgura. Y en uno de sus últimos baños el gigante, celoso de los hombres hechos a la altura de su placer, la dejó embarazada.

Ahora sus otros amantes pegan el oído en su viente, y si de verdad la quieren, escuchan murmurar una caracola, hija del mar. Y comprenden que sólo él puede amarla a la altura de su libertad y de su amor. Pero no temen, se alegran. Entre otras cosas, esto explica porque dormir en la orilla de esta mujer sabe a infinito.










miércoles, 7 de octubre de 2009

DEL VALOR DE NO DORMIR SOLO

No resultará extraño para muchos que hoy, superada al menos superficialmente la psicosis pecaminosa del cristianismo, dormir tenga implicaciones emocionales más fuertes que follar. Es ya un lugar común de nuestro tiempo la sensación de que, después de un polvo, y tras ciertos chapoteos más o menos eróticos, el amante sobra. Follar, por desgracia y en tanto que proceso que aun reducido a lo puramente fisiológico es apasionante, se adapta bien a un mundo donde la velocidad y un placer egoista e infantilizado imponen sus mediocres leyes. Aquí estamos, instantáneos, de usar y tirar, usandonos el uno al otro como si fueramos cosas para corrernos y pasárnoslo bien. Poyas y coños que responden como perros de Paulov.

Dormir junto a alguien exige una disposición diferente.

Por un lado dormir te expone a peligros, por lo que dormir con alguien es una apuesta en la confianza. Por otro lado, el tacto de los cuerpos tiene, en el dormir acompañado, un horizonte quizá menos excesivo pero mucho más profundo y enigmático, que no puede dejar de testimoniar una frontera, y por tanto una pregunta que vuelve sobre uno mismo. A nivel psicológico, la noche siempre ha sido la caída de las sombras (los fantasmas de la noche), el momento en que recapitulamos los días y la vida y hacemos balance, en el que somos conscientes del paso del tiempo, en el que sentimos la soledad, en el que aparecen los sueños y sus extrañas preguntas, en el que tiritamos por nuestra inmortalidad fracasada. La noche nos pone la realidad a flor de piel. La noche nos vuelve íntimos. De alguna manera, las personas necesitamos pasar la noche como se pasa un puerto de montaña o una emboscada, y nos acurrucamos con algo, bien sea un recuerdo, una almohada, un sueño, un deseo, o un cuerpo que se tenga a mano, y con el que exista la comodidad y la complicidad para ser naturales, frágiles y sencillos, como son las briznas de hierba.

En esta sociedad de idiotas patológicamente incapaces de comprometerse ni compartir nada, en el que cada decisión o gesto parece que te cierra una puerta para algún día llegar ser esa estrella del rock o del cine que todos creen llevar dentro, tener ganas de dormir con alguien, y no simplemente dejarse caer en los alrededores de un polvo, porque ya no pasa el bus o porque se esté demasiado cansado para irse, es una señal que apunta al amor.


Se podía haber dicho con menos rodeos:


La noche, contigo,
me orilla la vida.

Yo,
que siempre muero ahogado
en el fondo del vértigo:
naufrago, al fin,
en la isla desierta de tu respiración.

Mi infinito encuentra en tu piel su resumen.

miércoles, 19 de agosto de 2009

ESCUCHA EL DISCO EN YOUTUBE: CATÁLOGO DE ESPECIES DE AMOR NO IDENTIFICADAS


Recuperando la música como comunicación y regalo.
7 minutos
Saca las uñas niña buena
Acontecimientos con pies de alondra
La carretera abierta
Noticias de un mundo nuevo
Síndrome de la realidad infinita
Especies de amor no identificadas
Aviones de papel
Tal y como son las cosas
Costas y bsques de la Sierra de Sintra

sábado, 15 de agosto de 2009

HISTORIAS PARA CONTAR JUNTO AL MAR

















Historias para contar junto al mar:
su amor captura el epicentro del tiempo
y aterriza en la renovación de la carne.

jueves, 30 de julio de 2009

LAS ORDENES DE MAYO

"Y como si fuera tu cardiólogo, me dejabas examinar tu corazón frondoso, lleno de especies de amor no identificadas".

Hay tantos tipos de amor como copos de nieve, y la mayoría de los amores se viven sin saberlo bien, sin poder entender del todo ni su tamaño ni su valor, sin saber hacerlos florecer; como los copos de nieve, que se derriten sin que nadie se de cuenta de que cada copo es único. Pero el cuerpo sí comprende, el cuerpo sí sabe porque apunta al amor, y aunque la magia de cada amor apenas se entrevea, porque todo el mundo actual esta organizado para impedirla, siempre deja unas pistas, siempre hay unas huellas.

Queremos remontar esas huellas y alcanzarnos de pleno, queremos poner nuestra luz en el mundo porque nos lo merecemos, queremos vivir siempre un paso más allá del vértigo, queremos romper con todos esos modelos, mitos y poemas que reducen el amor a un puñado de caricias de carcelero.

Amor libre, amor loco, amor de final de verano, amor que ha recuperado el rumbo de las estrellas, amor que convierte la espera en esperanza y amor que camina con los pies en el aire, amor sin colorantes artificiales, amor de estación seca y amor de estación húmeda, amor tan secreto que ni el que ama lo sabe, amor que descubre las cuatro llaves del mar, amor que es lo que será.

Este rincón canta a todos esos amores que no bailan con las palabras porque las palabras pisan sus pies.